En el Parque de las Almadrabillas, junto al antiguo carguero de mineral de Almería, se alza un conmovedor monumento dedicado a las 142 víctimas almerienses del campo de concentración de Mauthausen-Gusen, esculpido por la reconocida artista Mariángeles Guil e inaugurado en 1999. Esta obra, formada por 142 pilares que representan a cada una de las víctimas, simboliza la permanencia, la lucha y el sufrimiento de estos almerienses durante la barbarie nazi. Las columnas forman un "bosque" alegórico, concebido como un templo a cielo abierto que honra su memoria.
El monumento fue reconocido el 20 de marzo de 2012 como uno de los catorce lugares de memoria histórica de Andalucía, subrayando su relevancia cultural y social.
Un recuerdo a las víctimas del exilio y el holocausto
El origen del sufrimiento se remonta al exilio forzoso de miles de republicanos tras la Guerra Civil española. Al cruzar la frontera con Francia, muchos de ellos enfrentaron duras condiciones de vida en los campos de concentración de las playas del Rosellón. Tras la ocupación nazi de Francia en 1940, cientos fueron capturados y enviados en vagones de ganado a los campos de exterminio alemanes, sin saber si serían trasladados de vuelta a España o a otro lugar. Cerca de 1.500 andaluces fueron internados en Mauthausen; de ellos, apenas un tercio logró sobrevivir.Uno de los nombres destacados asociados con este monumento es el de Antonio Muñoz Zamora, último superviviente almeriense del campo de Mauthausen. Muñoz Zamora, quien regresó a España en 1963 después de haber sufrido las atrocidades del campo con solo 29 kilos de peso, se convirtió en un firme defensor del legado y de la construcción de este espacio conmemorativo. Su experiencia personal, junto con la de cientos de víctimas, impulsó la necesidad de preservar su memoria a través de la escultura pública.
Desafíos de Conservación y la Lucha por la Memoria
A pesar de su importancia, el monumento enfrenta serios problemas de conservación. Su autora, Mariángeles Guil, ha denunciado actos de vandalismo y malas prácticas, como el uso de pintura plástica, que han degradado la estructura y desvirtuado su mensaje original. Según Guil, este descuido no solo afecta la obra como pieza artística, sino también el respeto hacia las víctimas y su legado histórico.
"El monumento es un espacio profundamente humanista, que trasciende ideologías políticas para recordar a las víctimas del nazismo de manera universal," señala Guil, lamentando que el estado actual de la obra refleje una falta de atención y respeto hacia esta parte fundamental de nuestra historia.
Un Llamado a la Preservación
Mariángeles Guil hace un llamado para proteger este espacio de memoria colectiva y reclama una restauración especializada que devuelva al monumento su significado y dignidad original. Con palabras emotivas, subraya que el monumento es más que una obra artística: es un lugar de reflexión que conecta a la comunidad con su historia europea compartida.
En el Día Internacional de la Mujer, Guil también destaca la importancia de recordar a las prisioneras políticas, judías, gitanas y activistas que, al igual que los hombres, sufrieron las atrocidades de los campos de concentración nazis. Honrar su resistencia es una lección necesaria para construir un futuro de justicia y paz.
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