Los textiles, de la muerte a la esperanza
Rayas de prisionero, tristes costuras,
hebras del frío y la humillación cosidas,
uniformes de un orden sin ternura,
tejidos que cercaron tantas vidas.
El lino no abriga, la lana no cubre,
cuando la tela sirve a la violencia;
ni el paño noble escapa de la cumbre
de los metales que ciegan la conciencia.
Bandera que ondeas en alto el poder,
¿cuánta sangre tiñó tus colores?
Pero también fuiste trapo en que creer,
vendaje de lucha, signo de amores.
Porque hay una trama que no se rinde,
hilvanes de memoria y dignidad,
bordados por manos que no se extinguen,
vestigios que claman: “¡verdad y paz!”
Que los viejos harapos del oprobio
sean velos que honren lo vivido,
y el telar del arte, un nuevo prodigio
donde la vida venza al olvido.
Dedicado a Antonio Muñoz Zamora
GUIL, escultora, 3/05/2025
Publicar un comentario