Gómez Segade sobre la escultora GUIL


FOTO: JULIO PEDREGOSA

«Sueños de belleza», de Ángeles Lázaro Guil, en el Colegio Mayor Isabel la Católica.

Siempre se ha dicho que una imagen vale por mil palabras. Cuando entré en la modesta sala de exposiciones del Colegio Mayor Isabel la Católica, lo primero que pensé fue precisamente eso, que un solo cuadro de Ángeles Lázaro Guil valía por una exposición.


Lo que esta joven artista nos presenta no es una muestra profesional propiamente dicha: junto a un noble y enfático retrato de su madre, nos entretiene con pequeños juguetes al pastel. Pero por lo que esas pocas obras sugieren, la exposición es mucho más; los apoderados huelen la madera de sus pupilos, apenas atisban sus primeros comportamientos y evoluciones. Ángeles tiene mucha madera, y voy a decir por qué.


Sin conocer su historia, uno se topa frente a dos perfecciones que llaman poderosamente la atención: su belleza personal y la otra belleza, que su arte persigue a vertiginosa velocidad.

Artículo original de Juan Manuel Gómez Segade para IDEAL (1982)

La primera frustra el mito de que los encantos femeninos suelen ser compensación de la falta de inteligencia. Para pintar como lo hace Ángeles y para seguir el camino que está descubriendo, hay que tener una mirada muy profunda y obedecer a una inteligencia especial.


En esas 12 obras que componen la colección, late un sendero recorrido que empieza por el estudio del natural, el ejercicio dibujístico, la fidelidad a la figura, el retrato como obsesión y el oficio como base. Por eso el “caballo de los trigos” es tan minuciosamente acariciado, por eso el bodegón de la rosa rezuma taller, por eso las figuras son perfección de silueta, y por eso el paisaje es una mancha todavía ingenua, cuyos contornos permanecen en período de gestación.


Ángeles ha comenzado por el retrato, ¡y cómo ha empezado! Ahí demuestra su arrojo vocacional, enfrentándose a lo más difícil y consiguiendo que parezca fácil.

"Para nuestra joven artista, la pintura es alimento de sus sueños, y sus sueños germinan en pintura: el arte es algo para vivir y crecer, que brota de un permanente sentimiento alertado por la sensibilidad más exquisita, que todo lo transforma en imágenes plásticas."


Esa carga emocional, unida a su presente fidelidad por la figura, produce “sueños de naturaleza” especialmente sugestivos. Ángeles ha conseguido reproducir plásticamente la incertidumbre nebulosa, el color y los sentimientos del inconsciente, y comunicarnos su imagen al espectador. Siempre es emocionante comprobar cómo el arte brota de la vida, fertilizando sus ansias de felicidad. Y el artista nunca es más dichoso que cuando logra comunicarse plasmando a satisfacción plena lo que le puja dentro.


Pero la pintura de Ángeles Lázaro no es solo vitalismo espontaneísta, sino que empieza a plantearse también como conquista científica. Y por eso se “rompe la cabeza” en busca de la forma que se escapa; su arte deja de ser línea recta, para optar ante múltiples encrucijadas que le acosan. “Rompecabezas” es un anuncio y una tentación de futuro; y presiento que caerá venturosamente en ella, una vez que sus retratos empiecen a ser pasado.


Caminar junto a la inquietud de perfección que en Ángeles se adivina es bordear un mar lleno de esperanzas. No importa que su primera exposición se acoja en una modesta sala de Colegio Mayor; porque desde esa austera “ventana al mar” anuncia tanta belleza como solo una mujer como ella es capaz de dar a luz.


Escrito por Juan Manuel GOMEZ SEGADE, 1982, Periódico IDEAL 14-6-82.

Transcrito por Rafa Varón García (2025)

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